El nuevo álbum de Mars Volta muestra una serie de interpretaciones vocales intensas y emotivas de Cedric Bixler-Zavala, lo que no quiere decir que esta no sea una presentación adecuada de la banda, ya que el se complemente con el magistral toque del guitarrista/compositor Omar Rodríguez-López y el baterista Willy Rodríguez Quiñones.

The Mars Volta se formaron en 2001 a partir de los restos de la banda post-hardcore de El Paso, Texas, At The Drive-In. Este, su séptimo álbum de larga duración y el primero en diez años, se ha llamado su álbum «pop»: el cantante y letrista Bixler-Zavala lo dijo en una entrevista. Es conmovedor, relativamente sucinto, reflexivo y melancólico. Sería justo decir que califica como su álbum más «accesible» hasta la fecha. Las canciones se basan en estructuras más tradicionales, evitando los entrenamientos progresivos prolongados.

Destacan ‘Blacklight Shine’, la palpitante y melódica ‘Graveyard Love’ y la sublime e himnaria ‘Vigil’. ‘Shore Story’ es espectral y llena de suspenso, ‘Tourmaline’ audaz y trágica, ‘Equus 3’ se abre con un riff electro doom que construye y se eleva por encima de otro paisaje sónicamente interesante. ‘No Case Gain’ acelera el ritmo, tal vez acercándose más a un rockero propiamente dicho, mientras que ‘Collapsible Shoulders’ también se encuentra entre las pistas más «sencillas».

En la mezcla de estilos se encuentran el jazz, la música ambiental, los ritmos latinos y caribeños, el funk y el R&B. Bowie, Peter Gabriel y King Crimson parecen ser influencias y pareciera existir ecos de la Radiohead minimalista y experimental y el sonido superpuesto y grandiosamente desarrollado de The National. Las letras siguen siendo densas, a menudo poéticas y metafóricas, si no tan impenetrables como antes. Sea lo que sea, suena como una especie de terapia. Pero es la voz de Cedric la que capta y mantiene la atención, su alto tenor llegando al falsete, varias canciones que incluyen letras en español e inglés.