Una inusual «guerrilla» de pandas invadió la capital para marcar el lanzamiento del nuevo video musical de «INC.» de Mengers, donde la incomodidad es necesaria para reclamar de vuelta el espacio colectivo. Los pandas cuentan con solo treinta minutos –el tiempo exacto que dura Flavio, el nuevo álbum del trío capitalino— para ejecutar una serie de explosiones simbólicas en los puntos más emblemáticos del poder económico: bancos, supermercados, edificios recién construidos, periódicos y la infame torre Mitikah.
Pero las detonaciones no buscan destruir sino despertar. No son actos de violencia, son gestos metafóricos que condensan el cansancio, la furia y el despojo urbano que vivimos día a día, el hartazgo y la expulsión cotidiana de una ciudad que parece volverse ajena. Cada panda enmascarado representa a los cuerpos anónimos que sobreviven en el ruido. No son villanos ni mártires: son la cara irónica y trágica de un sistema que colapsa sobre sí mismo.
Dirigido por Azael Arroyo, el videoclip se mueve entre el mensaje directo y el performance como una potencia simbólica del caos. Cada explosión es un reclamo, cada plano una forma de volver a ocupar el espacio común desde el ruido y la disidencia.
La acción de los pandas refleja un sentimiento colectivo: enmascarado, anónimo, desplazado pero con dignidad, los protagonistas intentan destruir esos símbolos vacíos solo frecuentados por el consumo irracional. Esta pandilla de anti héroes (tanto los pandas como Mengers) buscan con este video y con su nuevo álbum Flavio no una explosión aislada sino la búsqueda de un ruido colectivo
